viernes, octubre 27, 2006

SUSPENSION



Debido a la suspensión preventiva de actividades culturales en CasaBrandon para evitar la inminente intención de clausura por parte del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en su ya notorio plan sistemático de persecución de los espacios culturales, debemos notificar la suspensión indefinida del ciclo que producimos con la participación del escritor Alberto Laiseca.

Lamentamos las molestias que esto pudiera ocasionar al público y la prensa, como así también el daño provocado a la gente de CasaBrandon, uno de los pocos espacios culturales independientes que iban quedando en nuestra ciudad. CasaBrandon realiza además un importante trabajo vinculado a los derechos civiles y la identidad sexual, además de promover una práctica abierta y profundamente integradora que esperamos sea posible recuperar de algún modo. Nos sentimos perjudicados en la destrucción del trabajo realizado por Alberto Laiseca y por todas las personas que forman parte de Carne Argentina y de aquellos que colaboraron para concretar y difundir este ciclo por segundo año consecutivo.

Finalmente nos resulta preocupante la política de persecución de los espacios culturales que no aporta sino a destruir el florecimiento cultural, a reducir el acceso de la comunidad a diversidad de manifestaciones y a cercenar los emprendimientos artísticos justamente allí donde nacen, crecen y se proliferan.

No entendemos si es la pura paranoia conservadora de aquellos funcionarios y representantes que no fueron capaces antes de cumplir su función y pretenden ahora proteger sus puestitos prohibiéndolo todo. O si acaso defienden el negocio de unos pocos, de un arte y una cultura elitista. O si peor aún, el crecimiento artístico y cultural les molesta y entonces aquellas tantas muertes solo habrán servido como excusa, como perfecta justificación para anular todo lo que no les conviene.

Lo único evidente hasta ahora es que por alguna extraña razón, para este gobierno con minúsculas, un tipo que cuenta cuentos sentado en una silla, o la proyección de una película, o una chica que toca la guitarra, o un beso entre mujeres, o un cuadro colgado allí donde no debe, atentan contra vaya a saber que clase de seguridad y resultan sumamente peligrosos.

Nos solidarizamos con CasaBrandon y con todos los otros espacios culturales perseguidos.
En los próximos días daremos un comunicado más extenso y explicativo de lo sucedido y de nuestra posición.
Hasta pronto.

Carne Argentina
(Las consideraciones vertidas más arriba son una declaración exclusiva de Carne Argentina y no comprometen ni incluyen a Alberto Laiseca ni a Casa Brandon ni a ninguna otra persona.)

jueves, octubre 26, 2006

EL MONSTRUO - Alberto Laiseca [nuevos relatos de terror en vivo]


Carne Argentina presenta a Alberto Laiseca en...
EL MONSTRUO
[nuevos relatos de terror en vivo]

A partir del microprograma Cuentos de Terror (transmitido por I-Sat y ganador del Martín Fierro a la programación de televisión por cable 2003), Alberto Laiseca se ha convertido en el Señor de los Espantos y en el narrador oral más personal de los últimos tiempos. Con su estilo tan particular, en las tres temporadas que lleva el ciclo en el aire, Laiseca tiene una audiencia numerosa que lo sigue en la pantalla semanalmente y que ha hecho de Cuentos de Terror un programa de culto, algo muy difícil de lograr –y mantener- en la televisión.
Desde Setiembre de este año se proyecta en el canal
Retro, Vade Retro, un ciclo del mejor cine fantástico, de terror y ciencia ficción, clásicos films de culto y clase B, presentadas en forma magistral por Alberto Laiseca como maestro de ceremonias.

Visitante insaciable del género, amante de Poe, Hern, Lovecraft, los cuentos japoneses de fantasmas, de los viejos films de terror, de Vincent Price, Natán Pinzón, Ibáñez Menta; su repertorio es inagotable.

Aunque su nombre y su cara hoy se relacionen inmediatamente con «el tipo que cuenta cuentos en la tele», Alberto Laiseca es uno de los escritores más prolíficos y originales de la literatura argentina de las últimas décadas. Cultor de lo que él mismo llama realismo delirante, es autor de la monumental novela “Los Sorias”, re-editada a fines del año pasado, y de una decena de títulos más como “El jardín de las máquinas parlantes”, “El gusano máximo de la vida misma”, “La mujer en la muralla”, “Beber en rojo (Drácula)” y las recientemente publicadas “Las cuatro torres de Babel” y “Poemas Chinos”.
(Próximamente
Carne Argentina publicará el esperado “Manual Sadomasoporno”, una obra excelsa e incalificable en formato ilustrado.)

Laiseca se pondrá en la piel de El Monstruo, para ir desgranando, entre cigarrillo y cigarrillo, con su voz cavernosa y su mirada inquietante, relatos de terror que abarcarán desde autores clásicos hasta otros menos conocidos y, por supuesto, alguna que otra historia de factura propia; con lo que promete ponerle los pelos de punta al auditorio.

En el espectáculo producido por
Carne Argentina, desde el 13 de Octubre, Laiseca narrará en vivo, tres nuevos cuentos de terror cada viernes a las 21:00 hs.
La cita es en Casa Brandon (Luis Maria Drago 236, Capital Federal), espacio cultural donde el público puede disfrutar del restobar del lugar mientras presencia el espectáculo. (Sector para fumadores)

sábado, octubre 21, 2006

Registros del Monstruo

Noche del viernes 20 de Octubre
Laiseca contó:
"Yo me comí una chuleta de Napoleón" de su propia autoría
"Fantasma 5to", extraido de un número de la extinta revista Mas Allá
y un terrorífico cuento chino

Gracias al Tigre, Euge, las chicas de Casa Brandon, Ana & Lu y todos los que dieron una mano.

Aquí las fotos de La Maga






martes, octubre 10, 2006

Leido en *Tres de carne*

2. Osvaldo Rodriguez [Chinos]

Cualquier día

Mientras subo en el ascensor
pienso:

“Entro en la oficina como cualquier día.
A medida que los miro
los malditos chinos se ven afectados por una notoria inconsistencia.

Una china se derrite sobre su asiento,
otro ahí mismo donde está parado.
Uno a uno se convierten en miserables charcos
de chínica viscosidad.
Al final desaparecen
de las superficies sucias
dejando
apenas
vestigios,
restos apersonales de su paso por la Tierra.
Me embebo en la plácida calma
y me marcho tranquilo,
corriendo con el pie las abandonadas pertenencias a mi paso.

Mientras baja el ascensor
pienso:
Salgo a la calle como cualquier día.


Chino

Planeta solitario

Y si yo fuera uno más de ellos?

Rejas de colores

Será que me mareo de este lado del mundo
o será el alcance gigante de la organización
Será el sol que no alcanza a tocarme
o seré yo que no me adapto
será que todo lo que fui alguna vez
ya murió
o será que no hay ninguna otra opción
que estas rejas celestes

Cuando no pasa nada nunca
la gente entra y sale
y yo no puedo ir a ningún lado
pienso que algo va a pasar
de un momento a otro
y todo va a cambiar
de una vez y para siempre
hasta el color
de estas rejas celestes

Pero esa voz que está cada vez más cerca
repite y repite en mi cabeza
Nunca tus rejas serán verdes
ni aún habiendo cruzado todo el mundo
podrás atravesar las trescientas millas
las cuatro cuadras
a la provincia rebelde

El tiempo pasa
no se hacia donde
y yo sigo aquí
de donde nunca me fui
detrás de las rejas celestes


leer más aquí

Tres de carne


jueves, octubre 05, 2006

Oh you look so beatiful tonight!

Repercusiones de Tres de Carne (I)

El Mantis de la noche de anoche fue como los sueños de mi Perro en Chamamé.
El Mantis de la noche de anoche arrancó como la película de División Miami.
Porque la noche de anoche era la del primer martes del mes y eso para los que son de nuestra especie ya establece agenda.
El palo sabe donde encontrar la carne y por eso va a Pringles 753.
El Mantis de la noche de anoche no empezó, explotó. Así, de una.
Yo siempre les tuve fe y eso va más allá de ser su biggest fan y de haber estado por primera vez en la cocina del asunto.
El boca a boca dice que el ancho bravo de Carne es la producción. Y si, la producción es una carta alta.
Pero el as de espadas de Carne siempre fue la esencia de todo lo nuestro: los escritores.
Anoche nos repetíamos una y otra vez lo del clima que se genera en el Mantis.
El silencio absoluto. El respeto absoluto.
Vamos a ponerle una ficha a la gente, afuera rutinariamente maleducada; que se acerca y se comporta diferente porque la propuesta es diferente. Todo bien. Puede ser, ¿no? La primera verdad es que la gente escucha porque hay tipos y cherry cherry ladies que tienen cosas para contar y maneras diferentes de narrar. Es el harto trillado: “la gente no lee”. Y mal que nos pese, puede ser… pero la gente escucha, Guns ‘N Roses. He ahí un comienzo.
Con la odisea criolla de parió la fortuna. El ajuste de cuentas entre mis otros yo por las rutas del litoral. Los caramelos flynn paff de una poeta de La Plata. La voz de una Natali aún más niña rescatada en la cinta de un jurásico TDK negro. Leonor en dominatrix haciendo arrodillar a los latigazos a una guitarrista sumisa. Alejandra recitando de espaldas el cuento de la buena pipa para dar la media vuelta a lo Linda Carter y encarar público y atril. Selva en la escalera al cielo como una postal más de las que se proyectaban a su izquierda tatuando en todo los presentes esa imagen de un matrimonio de enanos con la que cerró. Julián bajando del cielo por esa misma escalera siendo un ángel sin alas pero si con pollera tan lindo como el de La Dama en el Agua o los de Win Wenders. El recital del Rusi marcando, para mi, el ritmo a lo Tom Petty con su “Won’t back down”.
Y los tres de la noche de anoche, a cada cual dedicarle mínimo un párrafo. Dejar solo la luz roja encendida, prender la lámpara que la jugaba de reflector y dispararla contra la bola de espejos. Just push play en el tema seleccionado. Y un mantra tradicional hindú coqueteando con el dance, taladrando cabeza y huesos con el tecno –el Chaiyya Chaiyya Bollywood Joint que no me cansé de pronunciar a todos los que me vinieron a preguntar como se llamaba la canción- dejando todo en poleposition para que Levín haga su juego. Suelto, seductor, absolutamente desinhibido, así estuvo el Nene.
Porque así es el Nene.
Y cuando le prestás atención te das cuenta de que es sagaz, irresistible.
El y su sombra and in the end la oscuridad apenas violada por la linterna, su voz grabada dejando que siga Nick Cave.
¿Cómo levantás eso?
Si sabés jugar, igualás la apuesta.
Y Carne, y Ozz, saben jugar.
Spot número cinco solo iluminando a un Rodríguez prolijamente desprolijo.
De camisa blanca, pantalones negro y pies descalzos.
Un íntimo y tácito: “vení, acercate, escucha lo que tengo para decir. Mirá que si abro la jeta es por algo”.
Para cuando recitó primero el amigo chino en su idioma, el público pedía a gritos el bis que fue la
traducción en boca del propio Ozz.
“¿Y ahora? ¿Cómo seguís después de esa? ¿De qué nos disfrazamos?” No se si disfrazarse.
Si, ponerse los mamelucos y salir a escena.
Seguir sorprendiendo a la gente y no defraudarla porque está cada vez más expectante por lo que vendrá.
Volvemos a la luz roja y al seguidor descontrolado al ritmo del Marciano de Molotov.
Y de golpe cortamos todo para enrarecer el ambiente y entrar en un capítulo de Los Invasores (López, dixit).
La risa es un piropo, Veríssimo.
Es lograr sacarle gratis a alguien, conocido o no, algo que no se da fácil.
También un piropo es que lo que escribe uno trascienda lo que fue la intención inicial.
¿Que mierda se te habrá pasado por la cabeza cuando escribiste Toto?
Eso no importa. Si, que después de la noche de anoche, Toto no te pertenece.
Toto es de todos los que lo disfrutamos last night.
Y desde la noche de anoche, Toto es Grillo.
Valdez: usted es como el Hulk, increíble.
Lo que hizo, lo que hicieron, fue de otro planeta (cuak!)
Y no tan cuak! ahora que lo pienso mejor.
Como el Nene, son ustedes dos ovnis, hijos de puta.
Oscurecer todo y volver a iluminar donde actuaron, donde quedaron solo los mamelucos.
La gente flasheó.
Enloqueció.
Y más locos estamos nosotros –a mi me avala el Dr. Cisneros Ruiz y la Lic. Brondoto- en haber hecho que explote y no que empiece.
Ganamos por goleada. Se acabó el fair play. Nada de la odisea espacial de Bowie.
Veríssimo: teníamos que haber traído el cover del negrito en La Vida Acuática.
Por eso el DJ de turno hizo sonar “Radio Venus” de Los Helicópteros. Y no para cerrar, porque todavía falta, no para que todo pareciera circular repetí el “Chaiyya Chaiyya Bollywood Joint”. Fue para que todo siguiera.
Porque la noche de anoche tuvo el pulso de una fiesta.
Una rave rara.
Con el Nene y sus juegos de seducción.
Con Ozz y sus chinos y esa chinita que tan bien describió.
Con Veríssimo y Grillo en la nave yéndose de joda.
Rave al fin.
“Chaiyya Chaiyya Bollywood Joint”.
Una mina vino a la barra a preguntarme como se llamaba la canción y como la podía conseguir.
Le regalé el CD.
Mas allá de que sea una copia.
Si estaba todo bien.
¡Pero que boludo!
¿Cómo dormí, no?
Le tendría que haber pedido que comprara algún libro de la editorial a cambio.
Que volviera al Mantis y que hiciera correr la voz de que lo que pasa ahí esta bueno.
Le tendría que haber pedido un pico, que se yo.
Y entonces llegó Facu con su guitarra.
Si yo fuera el biógrafo de ese otro Nene, diría que su primera vez fue con la guitarra.
Otro hijo de puta Goroztiza.
Le hizo el amor a la viola delante de todos.
Asi vale la pena ser voyeur.
Maestro de ceremonias, Rodríguez tiró la agenda de próximas lecturas, recordó a Zina que también estuvo con nosotros anoche e hizo varios agradecimientos.
Todos muy emotivos.
Pero lo que más se notó fue el reconocimiento a los escritores.
A Levín y Veríssimo.
Porque, insisto, ese es el ancho de Carne: saber elegir quien va a leer en el Mantis.
Detrás de la barra hablamos con Ozz mucho (loco, no sufras más con arrancar en horario: eso se escapa de uno y es en lo único que la gente que va al Mantis puede llegar a ser o parecer maleducada).
Sabemos que Carne nunca se va a aburguesar.
Sabemos que no se van a dormir en los laureles ganados como Alejandría.
Por una cuestión de almanaque se baja el telón del primer acto de Carne en el Mantis el martes 5 de diciembre.
Antes tenemos el del 7 de noviembre.
Ozz, Selva, Ale, Julián: que siempre sea como la noche de anoche.
Que no empiece.
Que explote.
La noche de anoche en el Mantis, el 5to. Mantis, fue la noche de “la ciudad de las luces que enceguecen” que canta U2.

Y para despedirme no es la intención jugarla de Bono al dedicarles del estribillo de ese tema lo lindo que se vieron todos ustedes la noche de anoche en la ciudad de las luces que enceguecen.
Es que son eso, gente.
Lindos.
Nene: “Oh you look so beatiful tonight!”
Ozz: “Oh you look so beatiful tonight!”
Al chino invitado: “Oh you look so beatiful tonight!”
Veríssimo: “Oh you look so beatiful tonight!”
Grillo: “Oh you look so beatiful tonight!”
Facundo: “Oh you look so beatiful tonight!”
Amigo López: “Oh you look so beatiful tonight!”
Selva: “Oh you look so beatiful tonight!”
Ale, oh you look so beatiful tonight.
Everybody... in the city of blinding lights.
Me voy a contestar la carta documento que me toca hoy.

Me voy a buscar a Ramón a ver si me puedo dar un lujo con él: dormir la siesta juntos.
Y esta noche, esta madrugada, me prendo fuego y escribo otro capítulo de Chamamé.
Los quiere, el tigre también so beatiful tonight

(El Tigre, desde la clandestinidad)

Tres de carne




Repercusiones de *Tres de Carne* (II)

Y la ciudad se llenó de fumadores [Ricardo Romero]

Pasada la medianoche del martes, después de la lectura de Levín en Mantis (de él y de los otros, Verissimo y Osvaldo: lecturas para colecccionar), salimos unos cuantos a buscar un lugar a dónde comer. El único bar abierto era un pool con las sillas y las mesas recién barnizadas. La mesa se nos pegaba a las manos, pero había hambre.
...
(ver nota completa en El Quinteto de la Muerte)

Tres de carne




miércoles, octubre 04, 2006

Leído en *Tres de carne* (III)

3. Fernando Verissimo [Totok]
(fragmento del inédito "Acuífero")

I - Merlo

–Toto –me dijo.
No había ninguna “X”, ninguna “K”, ningún guión que pudiera suponerse entre números que no significarían absolutamente nada.
–¿Es una sigla, un acrónimo? –le pregunté
–No. Toto –me repitió.
Y no es que esperara otra cosa; más bien no esperaba nada.
En realidad, si me pongo a pensar, me lo tendría que haber visto venir. Me acuerdo de una conversación que teníamos con Ariel, los primeros días del año 2000, cuando nos habíamos juntado para comer una pizza y tomar una cerveza. Para celebrar el advenimiento de ese “2” que había llegado para perpetuarse por un tiempo enorme delante de los números de todos los calendarios. Un tiempo tan enorme que para mí no era otra cosa que una forma de la eternidad. O peor. Había llegado el año 2000 y entre todo lo que no había traído estaban: los autos que se deslizarían por el aire, entre los edificios, las poleras plateadas, los peinados armados con patillas y flequillos, el teléfono con monitor, las computadoras con interfase de voz. Ni que decir de inteligencias artificiales como HAL-9000, aunque fueran garcas. Mucho menos los viajes tripulados a Marte o a Júpiter.
–¿No será “Tótor”? –le pregunté por las dudas.
Él me miró resignado.
Está bien, pensé. Teníamos computadoras en casi todos lados aunque sin carretes de cinta abierta, teléfonos celulares que suenan en todas partes a todas horas, pero el nuevo milenio había resultado bastante diferente de lo que nos habían contado en las series, las películas o los libros de nuestra infancia. Por todo eso tendría que haberlo imaginado.
–¿Y de dónde dice que es, Toto?
–Del cuarto un planeta que orbita 51-Pegasi.
“Ahí por lo menos hay una cifra: qué futurista...”, pensé. Pero enseguida agregó:
–Nosotros lo llamamos “Brasita”.
Lo miré profundo y en silencio, asintiendo con la cabeza en cámara lenta mientras en perfecto timming mi maxilar iba bajando, sin despegar los labios. El tipo parecía casi normal lo que me desorientaba un poco. De todas formas, decidí seguirle la corriente un rato más. No tenía nada que perder.
–Y eso ¿vendría a ser lejos?
–Y… es un tirón. Pero la última vez le puse tres meses con 300m³ de hidrógeno.
No me animé a suponer nada porque mis conocimientos de astronomía no eran tan exhaustivos. Lo cierto es que una vez Cacho, otro amigo ya no de la infancia y con quien me veía bastante menos, me había dicho que la gran joda iba a ser cuando estuviésemos esperando especies evolucionadas desde planetas distantes y en lugar de seres verdes o grises, cabezones, altos o petisos, dotados de telepatía, iba a aparecer un bicho tipo ALF a joderles la vida a cuanto pretendido exobiólogo anduviese teorizando por ahí.
Toto ni eso.
Tenía una constitución física notable, de marcados rasgos germánicos. Coloradote, con los ojos azules saltones, algo panzón y bastante pelado. Me hacía acordar al padre de mi concuñado, que en paz descanse.
–¿Y a qué se dedica por acá? –indagué.
–De vacaciones.
–¡No diga! ¿Y se vuelve pronto a Brasita?
–¡Nooo...! Me quedo tres o cuatro años más. Por laburo.
–¿No me dijo que estaba de vacaciones?
–Sí, de vacaciones en Merlo. Yo vivo en Formosa.
Ahí otro punto que debió haberme llamado la atención y hacerme permanecer cauteloso ante el relato del visitante. No había conocido jamás a nadie de Formosa: ningún formoseño; nadie que viviese o hubiera vivido allá. Por probabilidades: veintitrés provincias, nada raro, todo bien. Sin embargo, en una oportunidad, en un bar, mientras tomábamos unos vinos, lo compartí con los presentes. Me gustaría decir que lo que ocurrió a continuación, en ese momento, me causó alguna sorpresa pero no fue así. Ninguno de los presentes había estado –o conocía a alguien que hubiera estado alguna vez– en Formosa. Fue así como durante los años siguientes empezamos a considerar muy seriamente la posibilidad de que la existencia de Formosa no fuera otra cosa que un mito: el resultado de una conspiración promovida por oscuros sectores de un poder secreto que tuviese como finalidad última el control de la población civil, la manipulación de la verdad orientada al cumplimiento de alguna agenda oculta.
Quiero ser claro en esto: no negábamos la existencia de un territorio desconocido al norte del Chaco, una extensión geográfica por completo indefinida que hubiera sido ganada en la Guerra de la Triple Alianza. Lo que negábamos era la existencia de un estado provincial que tuviera soberanía sobre esa porción de suelo. Nos parecía que esa terra incognita, Chaco al norte, era siempre evocada en situaciones extrañas, con intenciones sospechosas. Argumentábamos entonces que Luca Prodan –según contó alguna vez en una entrevista– recién llegado a la Argentina había pensado en ir a Formosa para recuperarse de su adicción a la heroína. Tal vez, años más tarde, volvió a considerarlo y por eso su destino trágico, como el Rey Lagarto o como Elvis.
Creímos, en cierta ocasión, haber dado por descubierta la trama secreta, haber obtenido la clave para el develamiento de la conjura. En un acto político previo al de Tartagal con cohetes que salieran de la atmósfera para llegar a la estratosfera y de ahí llegar a Japón en dos horas, el mismísimo jefe de Estado se dirigió al público presente refiriéndose a ellos como “chaqueños” en una transmisión que salía por televisión en directo. Desde Formosa.
Para dar por zanjada la cuestión, Ronito, hace unos seis años, trajo mapas, folletos turísticos, una novia y souvenires varios de Formosa y dio, en ese mismo bar que años antes nos había sabido bien cobijar, una clara y redonda argumentación exponiendo sus razones de por qué la provincia sí existía. Ronito era un tipo sin dobleces. Y su foto con el Gobernador frente a la casa de gobierno, por lo menos a mí, me terminó de convencer.

Después de haber escrutado todo esto en silencio y muy íntimamente volví a inquirir a mi pretendido interlocutor alienígeno.
–¿Y por allá a qué se dedica?
–Extracción y procesamiento de hidrógeno.
–Para las naves… –cogité.
–Se ve que usted es muy sagaz. Trabajo en una planta del Acuífero.

Una vez, un amigo me contó que vio en un programa de Fabio Zerpa que los extraterrestres le habían vaciado la pileta a un tipo en Olavaria. Le conté. Toto me miraba extrañado.
–Mire que se dicen muchas cosas: lo de la pileta, los círculos en el cultivo, lo del ganado…
–Ustedes no son...
–Mire: yo no le voy a decir que nunca, cuando me caían invitados, no bajaba en algún campo y nos faenábamos una ternera. Pero esos desastres que se ven por la televisión no son cosas de gente civilizada. En Buenos Aires los que se dedicaban a eso eran unos de una empresa que servía de tapadera de una logia, por ahí cerca de Pourtalé.
La realidad superaba a la ficción. Hablamos un par de horas. Tipo macanudo Toto.
–¿No le jode si lo llamo “Tótok”?
–Usted es medio raro ¿no le dijeron?
Puede ser.... No sé.

II - Al Norte

Esta nueva amistad es como vino nuevo, muy agradable, pero quizás un poco peligrosa; por lo menos para mí. Y también para ella, si pienso con qué espíritu libre se ha encontrado allí. Se ha encontrado con un hombre que no desea sino perder cada día alguna fe tranquilizante, que busca y encuentra su felicidad en esta diaria liberación creciente del espíritu. Es posible que yo desee ser más libre de lo que puedo ser.
F. Nietzsche

El siglo nos había cambiado la fe en el progreso ilimitado de la humanidad por la posibilidad de pedir la comida al delivery desde el colectivo. No sé si eso está bien pero es lo que hay. En otros tiempos yo supe creer en grandes relatos, discursos que servían para dar consistencia a la vida, dotarla de un sentido último; pero eso fue hace mucho.
Fui militante de causas nobles, pretendido agente de una voluntad superior, defensor de valores por los que se podía matar y morir, cuerpo dócil que hubiera podido inmolarse, llegado el caso, en pos de la verdad o de la milanesa misma. Más tarde fui agnóstico, iconoclasta, cínico. Ahora soy un yo más despojado, liviano y elemental. Ahora es cuando sé que aquello que, joven, pude haber esperado, existía. Frente a mí, eso, existía y se comía un chipá tras otro sin que se me moviera un pelo. Toto parecía abstraído frente al paisaje puntano y callaba, como ausente de todo.
Permaneció minutos en esa actitud.
Súbitamente me miró muy fijo. Pensé que me revelaría algo de singular importancia.
–¿Quiere uno? –me invita.
–No, gracias.
Toto era de permanecer callado por largo rato.
Al principio creí que podría deberse a una condición de telépata no manifiesta o, peor, no percibida por mí. Pero parece que no, que era natural consecuencia de vivir sólo mucho tiempo durante el año. No obstante, tras largos silencios, en ocasiones me sorprendía con consideraciones del tipo “a mí me parece que Coldplay le roba mucho a U2”, “yo, como un boludo voté a la Alianza” o “el chamamé me hincha las bolas pero si lo digo en el pueblo me putean”.
Después de seis días de ir y volver por los mismos caminos y de visitar los mismos sitios me confesó:
–Esto del microclima está bueno pero, yo, ya me embolé.
–Y, sí... –compartí sucintamente.
–¿No quiere ir conmigo a Córdoba a visitar a unos parientes de Punilla?
–Ando medio corto de plata –me lamenté.
–No se haga problema, hombre: vamos en la nave.
Me entusiasmé pero traté de disimular la emoción.
–¿La tiene por acá?
–Sí. A diez minutos de camino. Venga con el bolso a las seis y salimos.
Corrí hasta el bungalow, armé el equipaje prolijo, haciendo tiempo, como para calmar la ansiedad. Cuando nos encontramos me llamó la atención que nos encamináramos hacia la ciudad. “Un sistema de ocultamiento sofisticado”, pensé.
La nave nos esperaba a dos cuadras de la municipalidad.
Un Dodge Polara 67, en perfectas condiciones de mantenimiento.

Salimos hacia el norte, por la ruta 148. Paramos por primera vez en La Cumbrecita a estirar un poco las piernas y a cargar agua para el mate. En ese primer trayecto hablamos poco. No quería que se sintiese interrogado. Quería que si fuese a contarme algo fuera de motu proprio y no que se sintiera compelido.
–¿Quiere que le echemos nafta al tanque?
–Nafta ni loco. Es un presupuesto. Lo tengo a hidrógeno y anda bárbaro.
Las ventajas de andar de gira turística con un tipo que le echa agua al coche y se despreocupa del resto.
Por Mina Clavero, Toto me empezó a contar algo sobre su familia. En Formosa se había juntado con una mujer, Laureana, a la que cariñosamente llamaba “mi china”. La había conocido en Clorinda, a los pocos meses de haberse establecido en su estación de operaciones en Laguna Blanca. A su china no le contó nada acerca de su procedencia hasta casi un año después. Ella le dijo –me contó– que no le importaba porque cosas más raras había visto en La Banda, en donde había vivido hasta los doce años. Me sentí tentado de preguntarle algo sobre esa apreciación pero me llamé al silencio. En algún momento, seguramente, me contaría algo sobre el asunto.
Agotado el tema china me animé.
–¿Y usted es así antropomorfo por naturaleza o anda oculto bajo esta apariencia?
–Mire: antropomorfo soy. Lo que pasa es que no así como me ve.
–Ahá.
Me miró un segundo, quieto. Entonces se empezó a inclinar, en un movimiento lento, hacia la izquierda. “Se está por cagar”, pensé. No quería ni enterarme a qué olía un flato extraterreno así que respiré profundo y contuve el aliento. Entonces su mano derecha soltó el volante y fue hacia el bolsillo trasero del pantalón de donde sacó una billetera de cuero bastante gastado. La abrió y comenzó a pasar con el pulgar los numerosos folios plásticos con notable destreza mientras la mantenía entreabierta en la palma de la mano.
–Así soy yo –me dijo mientras ponía delante de mis ojos una foto color bastante arrugada.
–Esa es Angelina Jolie –le dije.
Me miró serio.
–¿Me está tomando el pelo?
–Sí –contestó sin cambiar el rictus serio.
Tiró la billetera arriba de una franela naranja descolorida que tenía delante y se inclinó hacia mí para abrir la guantera. Sacó un aparato metálico, sin marcas visibles en su volumen cilíndrico de casi diez centímetros de largo. Lo miré intrigado.
–Cuidado –me alertó con expresión grave–: esto es ilegal.
A esa altura ya debería haberme curado de espanto, haberme relajado y empezar a tomarme todo con mayor naturalidad. No sé por qué pero no me salía. Cualquier advertencia que me hacía lograba incomodarme más de lo esperable.
Llevó el aparato hacia delante, incrustando uno de sus extremos en un orificio a la mitad del panel delantero. Comenzó a sonar en toda la cabina un extraño ruido.
–MP3. Stockhausen –me dijo.
Legal o no, era insoportable.


Tres de carne